miércoles, enero 13, 2010

No leer el post, es muy aburrido.

Este es un fragmento de Balas sobre Broadway que me ha hecho mucha gracia:

- Hace diez años yo secuestré a esta mujer de una vida de clase media en Pittsburg y le he dado una vida desgraciada.

Oye Helen, no le dejes porque es un buen hombre. ¿Sabéis?, creo que las mujeres cometemos el error de enamorarnos del artista. ¡Eh!, ¿me oís vosotros? Nos enamoramos del artista, no del hombre.

- Es que no se puede separar uno del otro.

No, no, no. El artista crea al hombre.

¿El arte crea al artista, el artista crea al hombre? Decía Platón que el artista es un "hombre Dios", poseído por una locura teopática que le permitía generar una creación artística a partir del mundo sensible. Aceptemos entonces esta premisa: El artista crea ambos, arte y hombre (a él mismo).

Sigamos ahora con el razonamiento sobre el diálogo. Ahí tenemos a nuestro artista haciendo su obra y forjando su visión de sí mismo como hombre, sus dos creaciones. Ambas avatares de su verdadero yo, el artista, y por tanto siguiendo la linea platónica, irreales (La apariencia no es la realidad de las cosas).

Al fin y al cabo, tanto "arte" como "hombre" son dos conceptos consensuados socialmente, y no demasiado claros.

Es lo de siempre, si esta película no fuera una comedia, la muchacha hubiera dicho "Nos enamoramos de lo aparente, no de lo real" Suena peor pero es verdad. Esto es aplicable a cualquier genero o condición. Ironías de la vida, lo que nos gusta nunca es lo que vemos, sino lo que nos imaginamos a partir de ello, o lo que se imaginan otros. Y luego nos sorprende llevarnos disgustos, ¡Hay que joderse!

Si es que estamos todos hechos unos artistas. También puede que no haya entendido bien el diálogo.

Por cierto, recomiendo Muchísmo acabar de ver la película y ver la conclusión final a la que llegan los personajes sobre amar al artista o al hombre y qué es lo que realmente aporta la felicidad*

*He escrito muchísmo aposta.